Bell necesita acceso a la casa y a las oficinas de Gable, por lo que se presenta como camarera para seducir al hijo rebelde de Jonathon, Lander. Él no es el típico Gable que pasa más tiempo en los bares de Harlem que en los elegantes cócteles de Upper East Side. Tiene una atracción al peligro, una vulnerabilidad que Bell no es temerosa de explotar. Debería ser fácil descubrir los secretos que necesita para destruir a su familia y limpiar el nombre de su madre.
Pero resulta que Lander es mucho más complicado de lo que jamás se hubiera imaginado. Es seductor, inteligente, misterioso, además de que su química sexual se sale de los gráficos. A pesar de que Bell sabe que es el enemigo, no puede evitar sentirse afectada, tanto física como emocionalmente, por el hombre que juró era sólo un objetivo. Está segura de que cuando se entere de la verdad tanto sus corazones como su plan serán aplastados... hasta que empiece a darse cuenta de que Lander podría estar ocultando sus propios secretos, secretos más oscuros de lo que jamás hubiera imaginado.
Desde que su madre murió mientras cumplía condena por un asesinato que no cometió, Bell se ha centrado en una cosa: la venganza. Ella sabe que su madre fue creada por el jefe de la poderosa familia Gable, banqueros internacionales que aplastarán a cualquiera con fines de lucro o diversión. Ahora está decidida a bajar los Gables, desde adentro.
Seduciendo su camino hacia la vida —y la cama— del hijo menor y rebelde de la familia, Lander, ella cree que debería ser fácil descubrir los secretos que necesita para destruir los Gables. Pero Lander resulta ser mucho más complicado de lo que Bell hubiera podido imaginar. Es atractivo, inteligente, misterioso, y su química sexual está fuera de lugar. Lander sigue siendo el objetivo, pero cuando la toca, empieza a parecer mucho menos como un enemigo ...
Es por eso que su ira es tan necesaria: los recuerdos de su madre deben ayudar a alimentar su búsqueda de justicia hasta el final.
No hay comentarios
Publicar un comentario